Si ahora mismo te preguntaran cuáles son los colores que visten Batman o Superman o los elementos que los hacen diferentes entre la larga lista de superhéroes que existen, seguramente no tardarías más de 5 segundos en responder. Y esto tiene que ver con dos cosas. La primera es que los superhéroes y toda la industria generada a su alrededor son auténticos expertos en marketing, que han conseguido colarse sin mucha dificultad y de forma masiva entre las cosas que todos los consumidores conocen y recuerdan. Y la segunda es que los superhéroes son uno de los mejores ejemplos que existen de marca personal. Un fiel reflejo de que creando una marca personal y una identidad propia, será muy difícil que la gente olvide de lo que se habla.
Personas normales transformadas en héroes
Todas las historias de superhéroes tienen en común una serie de elementos que hacen que la imagen de quienes los reciben se dirija hacia una visión concreta. Siempre son protagonistas de hazañas épicas, grandes batallas y misiones imposibles. Llamados a convertirse en figuras clave, a realizar grandes cosas y a hacer grandes sacrificios en pos del bien. Pero a diferencia de otras historias épicas, donde los personajes están destinados a ello o poseen capacidades superiores que hagan que ya estén preparados para grandes hazañas, los superhéroes casi siempre tienen orígenes normales, lo que hace que nuestra percepción de ellos sea distinta. No es el caso por ejemplo de grandes héroes medievales que eran caballeros y que ya estaban destinados a realizar grandes cosas.
Nuestra mente los ve como algo más
Según un reciente análísis psicológico publicado por el SmithsoniaMag, las historias de superhéroes funcionan porque tienen su parte didáctica o porque resultan impactantes para quien las recibe. Son historias en las que se va narrando cómo cualquiera podría convertirse en un superhéroe. Y las investigaciones revelan que las historias en las que se relata el proceso a través del cual una persona normal termina convirtiéndose en un superhéroes, son relatos con los que el público pueden sentirse perfectamente identificado y con los que empatizan más fácilmente.
Todos podriamos ser un superhéroe
Todos cuentan con un mito creador, un halo de misterio y un elemento que les hace ser lo que son. Elementos que están estrechamente relacionados con lo que hace que unas marcas sean adoradas por los consumidores y que se sientan identificadas con ellas y a lo que las hace diferentes. El público de las historias de superhéroes percibe estos mismos elementos cuando interactúan con las marcas con las que han establecido un vínculo emocional. Lo cual va más allá del simple producto, al igual que los superhéroes se convierten en algo diferente que trasciende al propio personaje.
Una marca personal muy vigilada
Debemos añadir que los superhéroes son muy fieles a aquellos elementos que les hacen marcar la diferencia con el resto y que los hace especiales, lo que se conoce como marca personal. Sus creadores se mantienen fieles al estilo aunque a lo largo de los años les hayan hecho protagonizar aventuras de todo tipo. Basta con pensar en Superman, que nació hace más de 80 años y que desde entonces se ha convertido en el protagonista de comics, libros, películas, series, etc.
Personalidad marcada y colores perennes
Pero además, los superhéroes tienen unos colores corporativos que no cambian, una serie de elementos que los hacen ser lo que son y unas historias que se mantienen siempre iguales. De hecho, los elementos de su "marca" nunca varían y son cuidados hasta el más mínimo detalle para que sean identificados rápida y fácilmente por los consumidores. Elementos que siempre aparecen en todos los formatos relacionados con ellos y en todo lo que hacen. Por ejemplo, Spiderman siempre es picado por una araña y sus colores son el azul y el rojo, mientras que Superman es periodista en su vida diaria y lleva capa.
Es precisamente todo ello lo que hace que la marca personal de los superhéroes sea tan sólida y tan identificable. Durante décadas, sus creadores han velado por mantener estos elementos clave y que nada los desvirtúe. Han sabido defender su identidad y protegerla ante los posibles cambios que los harán más vulnerables. Lo cual está muy relacionado con los derechos de autor y con tener detrás una compañía muy poderosa que tiene un gran interés en que así sea. De lo contrario, podrían haber corrido el riesgo de perder rápidamente sus valores y aquellos elementos que los hacen reconocibles.
En el lado opuesto, se encuentran los antihéroes, que han corrido peor suerte. Si lees el libro original de Frankstein, puede que te lleves una gran sorpresa. En primer lugar, Frankestein es el doctor que lo creó; y en segundo lugar, no tiene nada que ver con el aspecto que estamos habituados a ver. El paso del tiempo y las múltiples versiones que se han hecho de esta historia no solamente han cambiado el aspecto físico del personaje, sino también su propia marca personal y los valores que lo hacen diferente y, por tanto, único. En el libro de Mary Shelley, el monstruo es un asesino que quiere matar a los seres queridos del doctor por haberle dado la vida.
Una cuestión de valores
No obstante, los superhéroes no solamente son un extraordinario ejemplo de cómo crear una marca personal muy potente por el hecho de haberse mantenido fieles a los elementos que los caracterizan. No tiene que ver solamente con los colores, la identidad visual o la vestimenta que llevan. La clave está en ser lo que son y en que todo el mundo sepa lo que hacen, identificándolos rápidamente con todo el colectivo de superhéroes porque todos han elegido unos valores concretos y se han mantenido fieles a ellos. Su identidad no la crea solamente su lucha por el bien, sino también su personalidad concreta y la manera de actuar. Esto es lo que les hace diferente al resto.
Ser originales y fieles
Obviamente, cualquiera que esté intentando crear su marca personal no podrá elegir salvar el mundo para marcar la diferencia con el resto, pero esta no es la lección que debemos aprender de los superhéroes. El elemento realmente diferenciador es aferrarse a una idea, a una especialidad, y en base a ella construir nuestra imagen de marca, nuestra identidad. Debemos saber elegir cuáles son los elementos que nos harán diferentes y especiales y mantenernos fieles a ello.
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