Está claro que la clave del éxito profesional no depende de un único factor sino, más bien, de una combinación de varios. Para dar con esa fórmula ideal, el binomio aptitud-actitud suele generar dudas respecto al valor y al impacto de cada una de ellas a la hora de progresar en prácticamente todos los ámbitos de la vida, incluidos el formativo y el laboral, en el que esta pareja de conceptos es clave.
Antes de entrar en materia es necesario empezar por lo más básico: distinguir con claridad entre estos dos términos que, de entrada, parecen tan semejantes, pese a contar con matices muy diferentes y enfocarse en planos distantes que, a la vez, se complementan.
Así, cuando se habla de aptitud lo que se define es la capacidad o habilidad con la que cuenta una persona para hacer algo, sea ese algo diseñar una página web perfecta, dominar todas las técnicas para satisfacer a un cliente o comunicar a través con los sonidos que emite un instrumento musical.
La actitud, en cambio, se sitúa en un ámbito más interno de las personas, el de los estados de ánimo, la forma de enfrentarse a las cosas o el cómo se actúa en determinados momentos, por ejemplo ante un desafío profesional, un trabajo en equipo en el que las posiciones están confrontadas, un fracaso o una crítica por parte de un colega o de un superior.
Una vez establecidas las diferencias entre sendos conceptos ¿qué crees que puede ser más determinante, aptitudes sólidas o una actitud positiva? En principio, de las definiciones se desprende que cualquiera que aspire a progresar académica o profesionalmente debería tener cada plato de la balanza bien surtido tanto de actitud como de aptitud.
Aptitudes vía conocimiento
En un contexto en el que las personas que se insertan al mercado laboral están cada vez mejor formadas y, con ello, se presupone que cuentan con más aptitudes -algunas innatas y otras, la mayoría, adquiridas a través del conocimiento- no descuidar esta parcela se convierte en un elemento muy importante para ser competitivo en el acceso al empleo.
Así, analizar para qué cuenta uno con mayores aptitudes y, a partir de ahí, ir ampliando esas competencias a través de una formación solvente y bien enfocada puede ser una buena apuesta para convertir en aval este apartado, el de las habilidades que uno tiene a la hora de desempeñar una determinada función.
la formación debe acompañarse de actitud
Sin embargo que uno cuente con amplios y sólidos conocimientos para acometer una o múltiples tareas puede, no solo ser insuficiente, sino hacernos caer en el riesgo de bajar la guardia sobre las actitudes o, incluso, no darles el valor que merecen. Si no lo ves claro o te preguntas qué peso puede tener tu estado de ánimo o tu manera de encarar el día a día en tu carrera hacia el éxito, echa un ojo a este video, que se hizo viral, de un joven vendedor de empanadas.
Visto el ejemplo ¿quién venderá más empanadas, este joven de 15 años u otro que se siente y espere a que comprador acuda a él? Este caso deja poco margen a la duda sobre lo importante que puede ser la actitud a la hora de progresar, ya sea vendiendo comida, en los estudios, en un equipo de trabajo o a la hora de lograr objetivos para la empresa en la que desempeñas tu carrera profesional.
La actitud para el empleo y el coaching
Estos valores intangibles difíciles de clasificar y que, en principio, se ven como algo tan interno de cada uno pueden reforzarse a través del coaching, que favorece la identificación de las debilidades y fortalezas para, a partir de ahí, trabajar sobre la modificación de hábitos y conductas en lo personal y/o en lo profesional.
De hecho, el coaching empresarial es una tendencia que suma adeptos en el sector privado para potenciar distintos aspectos (actitudes) entre las plantillas como el trabajo en equipo o la motivación. El interés por estos servicios ha hecho además del experto en coaching un perfil atractivo para particulares o empresas, por lo que puedes echar un ojo a las opciones de formación en esta área seleccionadas por TopFormacion.
Con todo esto, no es de extrañar que entre los reclutadores cobren peso ciertas actitudes, que empiezan a sobresalir en las selecciones de personal y que son importantes para el mantenimiento del empleo y la promoción interna. Distintos estudios que han abordado este tema incluyen entre las actitudes más valoradas la calma, la capacidad de adaptación, la flexibilidad, la capacidad para relacionarse, la empatía o la persuasión.
Esta lista prácticamente la calca el joven vendedor, quien suma además algunas otras que pueden ser importantes tanto a la hora de dar forma a una idea de negocio, como a la de incorporarse a una empresa: la humildad (“para subir una escalera hay que ir peldaño a peldaño”, dice, citando a Martin Luther King), el optimismo, el entusiasmo y la proactividad. Estas son, por tanto, algunas de las actitudes que pueden convertirse en un elemento de discriminación positiva a favor de quien las tenga o cultive, frente a otros candidatos a un empleo puesto que entre los departamentos de recursos humanos este aspecto se está poniendo cada vez más en el punto de mira.
De vuelta al caso del vendedor, después de que el vídeo diera la vuelta a la red le llegó una oferta de empleo realmente atractiva que, sin embargo, y según los medios de comunicación locales, rechazó para continuar volcado en su verdadera pasión: la preparación y venta de empanadas en las costas mexicanas. La oportunidad le llegó claramente por su actitud, pero sin aptitudes comerciales, así como para el cocinado de este producto, probablemente su negocio haría aguas.
Por ello, aunque para la incorporación y el mantenimiento de un empleo o para el emprendimiento de éxito cada vez cobren más fuerza esas destrezas singulares de cada uno ante la vida y el empleo, el aprendizaje y las capacidades para llevar a cabo una función y hacerlo, además, de forma óptima, sigue siendo la base sobre la que construir el camino hacia el éxito.
Aquí tienes un buen número de posibilidades para, sin desatender la actitud, reforzar esta parcela a través de la formación. El área sobre la que decantarse depende de muchos factores, como la habilidad innata para hacer algo sobre la que, después, se incide a través de la formación. Solo como indicador, entre las aptitudes que se suelen demandar en prácticamente cualquier sector no suele faltar el perfil comercial, los idiomas (inglés y a ser posible uno más, como el alemán o el francés).